ÞËÈÓÑ ÝÂÎËÀ
ïîñëåäíèé êøàòðèé òåìíîãî âåêà, âåðòèêàëüíûé àðèñòîêðàò, òàìïëèåð âåëèêîé ñòåíû
÷åðíûé áàðîí, áðîñàâøèé áîìáû, ïèñàâøèé êàðòèíû è ïîòðÿñàþùèå ïî ãëóáèíå êíèãè
çàùèòíèê Òðàäèöèè è ïðàâûé àíàðõèñò, èñòèííûé ãåðîé Êàëè-þãè
Julius Evola
No obstante se podría objetar: "Todo esto es bueno, pero )como encuadrar el concepto de latinidad en este orden de ideas? )el origen de nuestro pueblo y la inspiración de nuestra civilización no son como se admite universalmente latinas?". El mito latino conserva aun vigor en numerosos medios, sobre todo entre los profesionales de las letras y los intelectuales y no es ajeno a la inspiración de buena parte de las enseñanzas tal y como aun se da en las escuelas. Al reivindicar tal mito se insiste sobre todo en la antítesis que existiría entre nuestros pueblos y el resto y en consecuencia, la imposibilidad de una entente que no fuese dictada simplemente por comunes intereses políticos.
Ahora bien, aquí estamos aun enfrentados a un grosero equívoco nacido de la utilización pasiva de frases hechas y de fórmulas sobre las que no se ha profundizado. Pues a fin de cuentas )qué se entiende exactamente por Latino? )y a qué ámbito se refiere cuando se emplea tal expresión?
No es por azar si hemos subrayado que el mito latino es el niño uerido de hombres de letras e intelectuales. En realidad, tal y como es utilizado cordentemente el término de "latino" (al mismo nivel que el de la civilización latina) no tiene sentido sino a condición de referirse a un plano estético, humanista y literario -es decir, al mundo de las artes y de la cultura en el sentido más extenso del término. Aquí la "legitimidad" es más o menos sinónimo del elemento "romano", en otras palabras, se trata de reflejo que algunos pueblos pertenecientes antiguamente al lmpeño Romano, conservaron sobre el plano cultural de la acción formadora de la Roma antigua, hasta el punto de adoptar su lengua, la lengua latina.
Si se quisiera, no obstante, examinar un poco más detenidamente las cosas, percibiríamos rápidamente que esta latinidad, simple eco de las antiguas civilización greco-romana, es algo superficial. Casi diríamos que se trata de un bamiz que se esfuerza vanamente en recubrir las diferencias tanto étnicas como espirituales que, como la historia nos ha mostrado, pueden incluso ser antagónicas. Como decíamos, esta unidad no subsiste sino en el mundo de las letras y las artes, al menos en virtud de una concepción típicamente "humanista" referida a un mundo por el cual la Roma antigua, heroica y olímpica, no disimulada su desprecio.
La filología es otro ámbito en donde subsiste esta unidad aun cuando esta sea cuestionada desde el momento en que se ha establecido de forma indiscutible la pertenencia de la lengua latina al tronco general de las leyendas arias e indogermánicas; es, por otra parte, un hecho establecido que a nivel, sino de vocablos, si al menos de articulación y de sintaxis (sobre todo las declinaciones) la antigua lengua latina está mas cercana al alemán que las lenguas latinas romances. De forma que para hablar sin inútiles florituras, esta "latinidad" tan jactancioso demuestra no corresponder a ninguna de las formas realmente creadoras y originales propias a los pueblos llamados a revelarse. No se trataría sino de una fachada. Pero esto no es todo: convendría también revisar de una vez por todas desde un punto de vista racista, la significación de ese mundo clásico "greco-romano" del que deriva la llamada latinidad y por el cual muestran los "humanistas" un culto casi supersticioso.
No es este lugar para tratar este problema: diremos simplemente que ese "clasicismo" es un mito del mismo nivel que el de la "filosofía de las luces" la cual nos quiere hacer creer que es con las "conquistas" del Renacimiento y sus consecuencias, el enciciopedismo y la Revolución Francesa como habría nacido, tras las tinieblas de la Edad Media, la "verdadera" civilización. En el mito "clásico" también se nota la misma mentalidad estetizante y racionalista. Ya se trate de Grecia o de Roma lo que la mayoría de la gente consideran como "clásico" es de hecho una civilización que, en más de un aspecto (a pesar de su aparente esplendor hecha para seducir a una raza "afrodítica") se nos aparece como decadente: se trata de la civilización que nace cuando el ciclo precedente (la civilización heroica, sacra, viril y propiamente aria de la Hélade y de la Roma de los orígenes) había emprendido ya su curva descendente.
Lo que contrariamente conviene señalar es que si se refiere a este mundo de los orígenes construido por razas "solares" y "heroicas", el término "latino" revista una significación diferente (significación que invierte claramente el mito al cual hacíamos alusión al principio). Nos limitaremos aquí a evocar algunos resultados de las investigaciones en curso en la actualidad a propósito de las tradiciones de la Italia prehistórica y prerromana. Originalmente, la palabra "latinos" designaba a una etna cuyo parentesco racial y espiritual con el grupo de los pueblos nórdicoario no ha sido rebatido por ningún autor serio. Los latinos constituían una rama de esta raza que alcanza la Italia central, practicaban el rito de la cremación de los muertos opuesto al de la civilización osco-sabelia caracterizada por el rito funerario de la inhumación (ahora bien, la relación entre las civilizaciones "inhumadoras" y las civilizaciones mediterráneas y asiático-mediterráneas (pre y no indoeuropeas) es incontestable. Estos latinos ocuparon algunas regiones de Italia mucho antes de la aparición de los Etruscos y de los primeros celtas.
Entre las huellas dejadas, casi como una estela por las razas de las de las que derivaron los latinos se puede citar los descubrimientos recientes del Valle de Camonica. Esas huellas corresponden de modo significativo a las huellas prehistóricas de las razas arias primordiales tanto nórdico-atlánticas (civilización franco-cantábrica de Cromagnon) como nórdico- escandinavas (civilización de Fosum). Encontramos en ellas los mismos símbolos de una espiritualidad "solar", el mismo estilo, la misma ausencia de huellas de una religiosidad demetríaca que están presentes por el contrario en las civilizaciones mediterráneas no arias o en la decadencia ada (pelasgos, cretenses, etc. y en Italia: etruscos, civilización de la Meieila, etc.).
Pero eso no es todo,. se constatan igualmente afinidades entre esas huellas dejadas en Camonica y la civilización doria propia a las razas que venidas del Norte se establecieron en Grecia y crearon Esparta, caracterizadas por el culto de Apolo concebido como dios solar hiperbóreo. En realidad, tal como establecen los trabajos de Altheim y Trautmann, esa migración de pueblos de los que derivan los latinos y cuya conclusión en Italia debería ser la fundación de Roma, esta migración recuerda en todo a la migración doria que, en Grecia da nacimiento a Esparta. Roma y Esparta son pues manifestaciones correspondientes a razas del cuerpo y del espíritu semejantes, emparentadas en todo a las específicamente nórdico-arias.
Pero cuando se crean la primera romanidad y Esparta, se trata de un mundo de fuerzas en estado puro, de una etnia sin debilidad, de un dominio de sí incontestablemente vida y dominador, mundo que difícilmente se encontrará en la llamada "civilización clásica" que le sucederá y de la que se querrá hacer derivar la "latinidad" y la "unidad de la gran familia latina".
Si por el contrario se emplea el término "latino" para referirse a los orígenes, se constata una transformación completa de la tesis de la "latinidad". Originalmente, esta última (que corresponde a lo que la grandeza romana oculta de verdaderamente ario) se refiere a las formas de vida y de civilización no opuestas, sino por el contrario semejantes a las que las razas nórdico germánicas deberían más tarde manifestar frente a un mundo en decadencia que más que latino, era "romano" y más o menos bizantinizado.
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